Alice se acercó a Xavier, su voz rebosante de dulzura mientras lo felicitaba —¡Xavier, felicidades! Estuviste increíble allí afuera. ¡Sabía que lo llevabas dentro! Extendió la mano para tocar su brazo, pero Xavier hábilmente levantó su mano para pasar sus dedos por su cabello en su lugar.
Las manos de Alice se detuvieron en el aire, y ella las retiró de mala gana, aunque su dulce sonrisa persistió en sus labios. Su mirada se elevó hacia Xavier, sus ojos brillando como estrellas en el cielo nocturno.
—¡Hermana! ¡Papá quiere invitarte a cenar! —Bry llegó corriendo hacia Hera, deteniéndose a unos pasos de distancia de ella.
Hera inclinó su cabeza hacia un lado —¿Invitar a cenar? ¿En tu casa? —pidió aclaración.
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