—Pequeño Jiu Jiu, ¿por qué estás tan serio? Sólo lo considero como mi hermano —dijo Feng Qing coquetamente.
—¡Pero lo odio desde lo más profundo de mi corazón! —dijo Xie Jiuhan fríamente.
Feng Qing miró extrañada a Xie Jiuhan. Esta era la primera vez que oía decir a Xie Jiuhan que odiaba a alguien. Como jefe de la familia Xie, su estatus era mucho más alto que el de Xu Mingqian. Xu Mingqian era como una hormiga a sus ojos. En toda la Capital, ¿cuántas personas podrían estar a su altura?
—¿Eh? ¿Por qué lo odias? —preguntó Feng Qing con curiosidad.
La expresión de Xie Jiuhan era oscura. Un atisbo de celos cruzó su mirada. Sí, estaba celoso de Xu Mingqian y celoso de que él había conocido a Feng Qing desde que eran jóvenes.
—Oye, te estoy hablando —dijo Feng Qing con descontento.
Los labios de Xie Jiuhan temblaron mientras pellizcaba la cara de Feng Qing. —¿Todavía hay clase por la tarde, verdad?
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