Roxana observaba la bañera con agua caliente y las toallas y el jabón a su lado sobre un taburete.
—¿También trajiste esto del castillo? —preguntó.
—Sí. No sé cómo preparar un baño.
—Y dijiste que podías hacer más que la persona promedio.
—Eso lo mantengo —dijo él.
Ella sacudió la cabeza hacia él con una sonrisa.
Él sumergió sus dedos en el agua. —Ya no está caliente. Creo que está bien.
Ella también sumergió sus dedos. Estaba bien.
Él le hizo una seña para que entrara. Ella dejó caer las sábanas y entró en el agua antes de sumergir todo su cuerpo en ella.
—Oh, —tembló al sentir la calidez reconfortante.
Alejandro se sentó a su lado en el taburete. Se sintió un poco tímida de que alguien la cuidara. No estaba acostumbrada.
—Este es el jabón real mágico —dijo él, frotándolo contra la tela húmeda.
—Oh, no. No les des altas esperanzas al tío Ben y a Fanny.
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