En algún momento del pasado...
El chirrido distintivo de la puerta susurró en los oídos de Aries, pero sus ojos permanecieron fijos en el techo en descomposición. La luz del exterior apenas alcanzaba su pecho, tendido plano sobre el sucio suelo.
—¿Cuánto tiempo ha pasado? —Aries no lo sabía ya que no le importaba.
—¿Quién era su visitante esta vez? —honestamente, ya no le importa.
Podían venir e irse una vez que obtuvieran lo que vinieron a buscar; ella había aceptado hace tiempo que ese cuerpo ya no era suyo. En su mente, este cuerpo era solo otra baja que perdió después de la guerra.
—Mi... ¿lo había perdido? —Inez ocultó la mitad de su rostro inferior con su abanico, cubriéndose la nariz del hedor penetrante de las antiguas cámaras donde Aries estaba encerrada. El caballero que guardaba este pequeño castillo abandonado miró hacia el interior.
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