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[ADVERTENCIA: El siguiente contenido tiene material sexual.]
Elías, como siempre, era el último en dormirse y el primero en despertarse. Lo despertó el entumecimiento de su brazo. Ella usaba su brazo como almohada y su pecho como reposamanos. No pudo evitar reírse al ver su cara durmiendo, tan pacífica e ingenua de sus pecados.
Se movió un poco, con cuidado de no despertarla. Ella había tenido una noche agotadora, donde él la había llevado a diferentes posiciones por tanto tiempo, que el sol salió antes de que ella colapsara en sus brazos, solo para que él la bañara suavemente y luego la tomara de nuevo en la bañera.
No pudo evitarlo, especialmente cuando sus gritos y gemidos eran tan dulces y sus ojos tan tiernos. Se aferraría a él, gimiendo intencionadamente justo en sus oídos, volviéndolo loco.
—Hn…
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