Qiao An recibió un mensaje de texto anónimo pidiéndole encontrarse. A partir del mensaje y el tono del otro, Qiao An adivinó su identidad—Wei Xin.
Aquellos tiempos oscuros de hace tres años invadieron nuevamente su mente por culpa de Wei Xin. Ella apretó los puños. Quería aislarse por completo del pasado en su vida. Pero sabía que hasta que sus tres hijos reconocieran a sus antepasados, nunca sería capaz de hacerlo.
Qiao An se aplicó un maquillaje sencillo y fue al lugar donde había acordado encontrarse con Wei Xin.
A lo lejos, vio a Wei Xin sentada junto a la ventana de la tetería. Después de no verla durante tres años, aparte de la ropa de marca que llevaba y que mostraba su éxito, su rostro demacrado y su bajo ánimo mostraban su fracaso en la vida.
Los labios de Qiao An se curvaron en una sonrisa de regodeo.
Se acercó con elegancia y se sentó frente a Wei Xin antes de que ella pudiera hablar.
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