—Marissa hacía malabares con una llorosa Abigail en su cadera mientras le pasaba un plato de frutas a Alex —Ve, compártelo con Ariel —le instruyó y luego volvió su atención a Abi.
—Abi. ¡Cariño! —Desde su regreso, Abi había estado demasiado irritada por alguna razón. Sophie juró que todos se portaron bien en su ausencia, pero ahora Abigail quería que su mamá la cargara en todo momento como a un bebé.
Estaba constantemente pegada a la cadera de su mamá.
—Deja de llorar, cielo —le canturreó a la pequeña, besando su cabeza. El dorso de su mano tocaba automáticamente la frente del niño una y otra vez en busca de algún signo de fiebre.
—Mami. ¡Mira! Ariel me está mirando —señaló la niña a su hermana, que estaba ocupada metiéndose un trozo de manzana en la boca con el tenedor.
—No, pequeña. Ella está comiendo frutas y diciéndole algo a Alex. ¿Por qué no te unes a ellos y recuperas tu energía? —En lugar de responderle, Abigail escondió su rostro en el hueco del cuello de su mamá.
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