Abrió los ojos, otra vez enfrentando una pesadilla recurrente. Aunque habían pasado años desde que lo rescataron, el sueño seguía siendo esquivo para él. Zhang lo abrazó fuertemente, acariciando su cabello para brindarle consuelo. Sentir los latidos del corazón de su amado lo tranquilizaba, como si todo estuviera bien mientras escuchara ese sonido delicado.
Shen notó la preocupación en el rostro de su pareja. Sabía que ambos tenían dificultades para dormir. ¿Acaso había empeorado las cosas al estar juntos? Temía que su presencia pusiera en peligro a Zhang y no podría soportar perderlo de nuevo. Este pensamiento lo había atormentado durante años.
Sin embargo, ambos dejaron de preocuparse cuando notaron cómo una pequeña cabecita se asomaba desde la puerta, intentando pasar desapercibida. Fingieron no darse cuenta y esperaron a ver qué haría a continuación.
Shen nunca esperó estar atrapado en esta extraña situación, la "persona central" de este mundo, como lo había llamado la adivina, estaba justo en frente, indefenso, delicado y sin embargo ahora protegido por él y Zhang.
A diferencia de Zhang, Shen no se sentía cómodo con los niños, más bien los evitaba. Pero, dado el hecho de que Po ahora estaba bajo su protección, era inevitable que sus caminos se cruzaran con frecuencia.
Había intentado dejarlo con una de las madres que adoptaron a los niños huérfanos. Pero, debía mantenerlo vigilado y de alguna manera el niño se había apegado a ellos.
El pequeño ahora tenía 3 años. Desde la perspectiva de Po, Zhang y Shen parecían dormir, uno apoyado en el otro y debido a la luz tenue no pudo distinguir los atentos ojos que lo vigilaban.
Dio pequeños pasitos tambaleantes, acercándose a la cama. Cuando estuvo cerca, como un acuerdo tácito y sincrónico la pareja fingió dormir, tenían curiosidad por lo que planeaba.
Shen sintió cómo la colcha de su lado era arrastrada, el niño intentaba subir a la cama. Se sintió incómodo ¿Por qué siempre se apegaba más a él? "molesto…" pensó mientras intentaba evitar que leves arrugas se formaran en su frente. El pequeño parecía casi lograr su objetivo, pero en cierto punto la sábana que cogía para sostenerse se le resbaló de su pequeña manita. En el instante en el que el cuerpecito se echaba para atrás, una mano firme lo acercó a sí mismo, fue un movimiento suave.
Extrañado, Po miró el abrazo en el que se encontraba, con temor y expectativa miró el rostro de Shen. Ahí estaba, con las pestañas blancas bajas y sus párpados ligeramente sonrosados. El rostro de Shen parecía en paz y tranquilo, como si realmente estuviera dormido. El niño se preguntó cómo podría sostenerlo si dormía, por lo que decidió probar. Estiró su mano hacia el rostro de Shen y, para su sorpresa, vio cómo los delicados párpados se elevaron, revelando unos ojos tranquilos y profundos que siempre lo inspiraban a sumergirse en ellos.
Po se sonrojó al instante y pareció petrificado. Había sido descubierto en su intento.
Rompiendo la atmósfera pesada y deteniendo por fin la silenciosa tortura en la que sin querer se había metido el pequeño, Zhang habló. Le preguntó si tenía problemas para dormir.
— "Noche, miedo", respondió el pequeño Po, desviando la mirada hacia sus pies y con expectativa elevando sus ojos hacia ambas personas.
Así que esa noche, para incomodidad del exiliado príncipe tuvo que compartir la cama con su amado general y quien se supone debía acabar con él. "Ridículo", fue el último pensamiento antes de quedar dormido. A lo largo de la noche los pequeños bracitos intentaron envolver a quien en su sueño parecía un hermoso gato peludo blanco.
Los días eran tranquilos, Shen lamentó haber desperdiciado tanto tiempo planeando una absurda venganza en lugar de vivir pacíficamente junto a Zhang. ¿Qué haría ahora? Había planificado 100 posibles futuros para evitar la desgracia. Pero, había llegado a la conclusión de que al final sólo podía esperar.
El pasar tiempo con Zhang, de alguna manera, parecía haberlo cambiado. Si bien no podía desprenderse de la sombra de los traumas que cual demonios estaban siempre al acecho, ahora, se había dado cuenta, se había convertido lo que él denominó: "una persona normal" incluso algo más extraña. Otra vez, a escondidas de Zhang, echó al basurero los trozos de masa negra y cruda al basurero. Los contempló unos segundos desde lo alto con una mirada similar a la que había dirigido, en su vida pasada, a sus enemigos antes de eliminarlos.
Siendo un príncipe, nunca había necesitado cocinar, pero un día notó cómo un simple pastel podía iluminar la mirada de Zhang, haciendo que pareciera brillar. Aquella expresión lo hipnotizaba y sentía un amargo escozor en su pecho. Deseaba mantener ese momento para siempre, pero sabía que era imposible. Estas emociones encontradas lo hacían sentir que su alma estaba ardiendo en llamas. Se preguntaba a sí mismo cómo un simple pastel podía hacer a Zhang tan feliz. Practicaba en secreto en la cocina, sin tener claro el motivo detrás de sus acciones. ¿Qué esperaba lograr? ¿Volver a ver esa expresión en su rostro? ¿Ser el responsable de esa felicidad? ¿O quizás recibir alguna recompensa? Se cuestionaba con nerviosismo y vergüenza mientras tomaba otro puñado de masa para empezar de nuevo.
Finalmente, al igual que antes, ese día tampoco tuvo éxito. Después de esconder las evidencias de sus acciones, se dirigió a su estudio a continuar con el papeleo necesario para organizar la estabilidad de lo que ahora era, un pequeño pueblo escondido. Su pequeño paraíso.
Cuando sintió que la cocina estaba realmente vacía, la pequeña cabecita se asomó al basurero, no entendía cómo esas extrañas cosas negras provocaban que Shen se enojara tanto.
No pudiendo soportar más la curiosidad contenida durante varios días, finalmente se acercó a Zhang a preguntarle el motivo. Pero, sólo se sintió más confundido, ¿Por qué Zhang parecía feliz? ¿Por qué ocasionaba diferentes reacciones si era una misma cosa oscura y extraña?
Los años pasaron rápidamente, y el pequeño Po creció sano y fuerte. Shen ya no experimentaba pesadillas con tanta frecuencia, aunque todavía compartía habitación con Zhang debido a su temor a la oscuridad. Aunque Po nunca lo admitiría abiertamente, Zhang era lo suficientemente perspicaz para notar las sutiles señales que lo evidenciaban.
Era una noche estrellada cuando todo se rompió. Al menos así lo recordaba Po. Un incendio arrasó con su pequeño campamento, muchos salieron heridos, incluso hubieron muertos. En sus cortos 17 años de vida nunca había visto este lado extraño de Shen.
Siempre en el centro, incluso durante las tormentas, con una mirada severa y calculadora, Shen era una figura impresionante. Desde que era pequeño, lo admiraba por su astucia, pero al mismo tiempo, le conmovía el contraste entre el Shen duro y decidido que lideraba con precisión a su gente, y el Shen acurrucado entre sábanas, frágil y delicado, como si una suave brisa pudiera hacerlo desvanecerse. Justo cuando pensaba que lo conocía por completo, emergía una nueva faceta, dejándolo nuevamente perdido e hipnotizado por un paisaje más extenso y profundo. Una certeza estaba clara: Shen era alguien complicado de comprender.
Luego de los sucedido y calmar la situación, se organizaron los preparativos necesarios para mudar el campamento a un lugar seguro y el respectivo entierro de las víctimas fallecidas. Shen supo que era tiempo de actuar, la anciana adivina había hecho ya su movimiento. Pero ¿Qué pretendía?
Po fue llamado a la oficina de Shen. Una vez solos, Zhang y Shen le explicaron la verdadera situación. Revelando por fin su origen y el motivo de la muerte de sus padres. Po intuía algunos datos, pero aun así el impacto en él fue suficiente para dejarlo pensativo durante días. ¿Era culpa de Shen que perdiera a sus padres? No, no podía ser así. Él no era esa clase de persona, sentimientos oscuros se apoderaron de su mente. Notando su estado, Zhang decidió acercarse.
— Shen no es el culpable —, dijo como si leyera sus pensamientos. — Sé que puede parecerlo, Shen fue injusto con su rol en esta historia.
— ¿Injusto?
— Así es, él pagó duramente su error… aún ahora lo paga. —dijo, dirigiendo su mirada al suelo con tristeza. — No hay peor carcelero que sí mismo, intentó salvar a tu aldea con todo lo que tenía. Para que pudiéramos huir no sólo recibió "su castigo", como él lo llama. Fue torturado duramente, las cicatrices en su espalda son una señal de lo cruel que fueron con él, lo orillaron incluso a la locura. —, hizo un silencio largo mientras los nudillos de sus manos se ponían blancos por la presión de sus puños cerrados. — Su único pecado fue nacer como heredero de Gongmen. No te pido que lo entiendas, sólo recuerda basar tus juicios en hechos objetivos. Lo que hagas a partir de allí es tu decisión. —, dijo finalmente, le dio golpecitos suaves en el hombro y se alejó.