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El final

Notando la determinación de Po de seguir adelante sin importar la falta de aliados, Shen ordena que abran fuego, sintiendo la victoria casi en sus manos. Sin embargo, para su desesperación infinita, Po logra controlar y desviar cada bola de fuego lanzada hacia él. La desesperación se apodera de Shen, exigiendo a gritos que alguien lo mate. Pero mientras la situación se tuerce ridículamente en su contra, ordena a sus hombres que sigan disparando, sin obtener ningún efecto.

Para sorpresa de todos, Po redirige una de las bolas de fuego hacia el barco de Shen, causando una explosión masiva que destruye todo a su paso. Shen queda flotando entre los restos, atónito ante la magnitud del desastre, y finalmente pregunta con voz quebrada:

— ¿Cómo lo hiciste? ¿Cómo encontraste la paz? Yo te arrebaté a tus padres, te dejé cicatrices de por vida.

Po intenta persuadirlo de que lo único que importa es la elección que uno hace sobre sí mismo. Shen responde con rabia:

— ¡Lo intenté! ¡Lo intenté con todas mis fuerzas! Pero cada intento solo me hundió más en la oscuridad. No todos tenemos tu ridícula fortuna. —, para luego arremeter contra él, y ambos se enzarzan en una lucha feroz una vez más. Shen estába tan cegado por su odio que no se dio cuenta de que sus ataques estaban dañando la única estructura que sostenía el gran cañón averiado, colgando sobre ellos. Cuando finalmente esta estructura no puede aguantar más, Shen lo nota, cierra los ojos, y espera su inminente destino.

Al hundirse profundamente en el agua, mientras su vida se desvanecía lentamente, una sensación abrumadora de desesperanza, remordimiento y anhelo invadió su ser. En sus últimos momentos, las ilusiones se desvanecían y la verdad se abría paso. Shen se daba cuenta de que siempre había estado roto, que sus esfuerzos por ocultar las grietas no habían hecho más que prolongar su dolor, desesperado por comprender el sentido de su existencia.

Anhelaba ser comprendido, que alguien viera el dolor y la angustia que había escondido tan diligentemente. Había empleado una inmensa cantidad de energía en evitar verlas, convenciéndose a sí mismo de que eran evidencia de su fortaleza y resistencia. Y ahora era condenado a ser devorado por el abismo que tanto detestó.

En sus últimos instantes de consciencia, recordó una frase que Zhang le había dicho cuando eran jóvenes: "Aunque el mundo sea un lugar horrible, para mí, tú eres hermoso". Aquellas palabras habían dejado una huella profunda en su corazón, una promesa que ahora ardía en su interior, mezclándose con el vacío abrumador y la sensación de pérdida irremediable. 

Recuerdo:

La lluvia caía en el palacio con una intensidad desbordante. Cada gota era un eco de melancolía que resonaba en los pasillos empedrados y en los jardines cuidadosamente diseñados del palacio. Las nubes grises se extendían por el horizonte, cubriendo el sol y envolviendo todo en una penumbra sombría.

El agua descendía en torrentes, formando cortinas líquidas que abrazaban los techos de los edificios y se deslizaban por los cristales de las ventanas, dejando un rastro sinuoso en su camino. El sonido era hipnótico, como una sinfonía de gotas que caían en armonía, creando una melodía melancólica que se entrelazaba con los ecos de los pasos apresurados del príncipe.

Finalmente, Shen se resguardó bajo un majestuoso árbol, sus ramas extendiéndose como brazos protectores. Allí, entre la vegetación empapada y el aroma fresco de la tierra mojada, encontró refugio. Cada gota de lluvia acariciaba su rostro, borrando las lágrimas que se mezclaban con ella.

Como era frecuente, la crueldad del palacio fue más pesada que su fortaleza para enfrentarla, por lo que había huido al bosque. Shen se sentía pequeño y vulnerable en medio de esa vastedad empapada, pero también encontraba consuelo en su soledad. Bajo la lluvia, podía ser él mismo, sin las expectativas y las responsabilidades del palacio que pesaban sobre sus hombros.

El árbol, testigo silencioso de sus penas y alegrías futuras, se erguía con una majestuosidad ancestral. Sus ramas extendidas ofrecían un abrazo invisible pero reconfortante, como si entendiera el tormento y el anhelo que Shen albergaba en su joven corazón. En ese rincón del palacio, Shen encontró consuelo en la suavidad de la lluvia.

En medio de su desolación, notó que alguien se acercaba, hasta finalmente aparecer frente a él. Shen pudo percibir la preocupación en su mirada mientras se acercaba con cautela. Con un deje de nerviosismo, Zhang rompió el silencio, diciendo: —No estés triste... Aunque el mundo sea un lugar horrible, para mí, tú eres hermoso.

Las palabras de Zhang resonaron en los oídos de Shen, penetrando su corazón con una ternura inesperada. Era como si Zhang hubiera desenterrado un sentimiento oculto dentro de él, una chispa que había sido sofocada durante demasiado tiempo. En ese momento, Shen al ver el rostro enrojecido y avergonzado de Zhang no pudo contener su risa, una risa genuina y liberadora.

Le era curioso cómo podía mostrar tanta dulzura y vulnerabilidad al pronunciar esas palabras. muy diferente a cuando se mostraba firme y protector ante aquellos que intentaban hacerle daño. 

En medio de la lluvia persistente, Zhang escuchó la risa tan poco frecuente de Shen mientras sonreía, haría lo que sea por verlo así. En ese instante, ambos supieron que se tenían el uno al otro, que podrían enfrentar juntos las dificultades que el mundo les presentara.

La risa de Shen resonó en el bosque, mezclándose con el sonido de la lluvia. Era un sonido lleno de esperanza.

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