Resulta curioso cómo el comportamiento de la gente cambia cuando está en grupo. Pueden incluso dejar atrás sus principios y convertirse en monstruos.
No se realizaron muchas averiguaciones (porque al rey le convenía) y Shen fue fácilmente condenado, nadie protestó o vio irregularidades. Sólo se concentraron en aborrecerlo pues el prometedor futuro monarca era ahora un ruin criminal.
Sin embargo, hubo alguien que aún con todo eso no se rindió y sufrió, quizás tanto como el lamentable príncipe.
Pocos días después del encarcelamiento de Shen, Zhang ya tenía un plan listo para ser ejecutado en busca de la liberación del príncipe. No fue difícil convencer a su gente de involucrarse en este plan que incluía su destierro, pues era grande el agradecimiento que sentían hacia Shen.
Por fin, al finalizar el cuarto día de la tortura de Shen, lograron sacarlo.
Pocas escenas quebraron alguna vez su corazón tanto como la que presenció, la cual sería sin duda la teñida de más oscuridad. Zhang fue el primero en ver, con la tenue luz de su antorcha, al irreconocible príncipe.
De repente parecía trasponerse la imagen del anterior Shen. El color blanco que antes lo hacía parecer un inmortal ahora parecía representar la crueldad de la enfermedad. La debilidad que tanto se esforzó en ocultar era evidente ahora en la posición fetal del tembloroso cuerpo que se retorcía sobre el suelo helado.
Mientras contenía la respiración por las intensas emociones fruncía como nunca su frente. Lo invadió una sensación de irrealidad seguida de una sed de venganza e ira insuperables, las cuales tiñeron el alma de Zhang profundamente.
Se obligó a continuar y despejar su mente para continuar con el plan. Que resultó exitoso, pues antes de anochecer el príncipe y el grupo de guerreros lobo habían cruzado la frontera.
Aunque Zhang intentó evitarlo, varios vieron el lamentable y aterrador aspecto del príncipe. El haberlo visto de lejos, mientras recibía latigazos en la plaza, no fue suficiente para prepararlos para este espectáculo. Delgado, herido y sangrante, cubierto por una túnica delgada manchada de rojo y con el fuerte hedor de sangre.
Mientras se alejaban más y más, el débil príncipe, aferrándose al delgado hilo que lo unía a la realidad juró vengarse, algún día regresaría y toda China se inclinaría a sus pies.
Todos estaban impactados por el estado de su majestad, era incluso difícil creer que sobreviviría. La sombra de la muerte parecía rodear el frágil cuerpo.
La recuperación del príncipe fue demasiado lenta. La sorpresa de Shen por ser libre por fin era intercambiada por la ira y depresión repentinas. El grupo de guerreros lobo comenzaba a dudar si algún día podría recuperarse por completo.
El sueño de Zhang se vio interrumpido por el fuerte apretón en su mano. Abrió los ojos y sintiendo una espina en su corazón repitió las familiares frases que hacían que Shen relajará su cuerpo y estabilizara su respiración.
Antes, tenía la esperanza de que las pesadillas desaparecerían al volver al reino, Después de todo, pensaba, él es un príncipe. En aquel entonces supuso que Shen retornaría a su habitual vida cómoda, donde no tendría que sufrir por la muerte de nadie y las pesadillas se detendrían.
Acarició su suave cabello mientras lo observaba dormir. Sabía que muy pronto volvería a retorcerse y sudar por lo que lo atormentaba en sus sueños.
Shen había mejorado bastante, al menos ahora había recuperado su contextura corporal y parecía ser consciente de la situación en la que estaba. Agradeció la ayuda de los guerreros lobo y planificó parte de su futuro. Esto transmitió la confianza que necesitaba el grupo para continuar.
Sin embargo, sólo Zhang fue testigo de las constantes pesadillas, noches de insomnio y miedo a la oscuridad que había adquirido el príncipe. No podía conciliar el sueño si no tenía a alguien cerca. Y, últimamente Zhang debía tomarle la mano y repetirle que todo estaría bien para poder calmarlo.
Incluso despierto, a veces se detenía repentinamente y su rostro adoptaba una expresión de horror. Entonces Zhang lo devolvía a la realidad tomándole la mano y haciendo que lo mirase. Sólo entonces Shen dejaba de temblar y se relajaba.