—Bueno, mi escuela secundaria y su escuela primaria —aclaró Eli—. Vaya, eso parece de hace tanto tiempo.
—Y mis habilidades para pintar no han mejorado para nada desde entonces —dijo Harper, nivelando su pincel sobre la mejilla de Eli una vez más—. Eso dice mucho del coraje de este hombre que me permite usar su cara como un parque de juegos.
—De hecho, no sabía que sabías dibujar —Chelsea inclinó la cabeza—. No has hecho mucho arte en la universidad.
—De niña dibujaba bastante —terció Eli casualmente—. De maneras muy creativas, como pintar su avatar en mi camiseta con salsa de pasta...
—Estoy bastante segura de que era sopa de tomate —corrigió Harper—. Y Eli, deja de sonreír, ¡no puedo trazar líneas rectas si tu cara sigue moviéndose!
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