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Raira se sentía agotado, mirando el montón de cartas en la mesa frente a él, maldiciendo internamente a sus "familiares" nuevamente. Generaciones de cuidadosos arreglos, una fortuna que se mantenía en equilibrio para mantener la propiedad protegida, no eran caprichos, no era solo porque sí que se dedicaba tanto dinero a mantener el muro que rodeaba la propiedad, no era por gusto que la puerta original tenía el sistema que tenía originalmente, o los grabados que fueron tallados en la madera, o la madera que fue cuidadosamente elegida. Las piedras elegidas y colocadas a mano, los árboles que se mantenían en ciertos puntos sin que el resto del jardín se los comiera, o incluso ciertos objetos valiosos que se mantenían en sus posiciones por especificas razones.

 

Luego de cuatro meses desde que llego, finalmente logro tomar nota de todos los daños. Objetos valiosos que fueron robados, la puerta que desapareció, el muro que tenía varios puntos destrozados, todos esos elementos eran los que mantenían las protecciones en el sello. Y ahora el sello apenas y se mantenía.

 

Cuando regreso del hospital y el Nahual se retiró a seguir sus rondas, Raira sintió casi en el momento en que toco la puerta de su casa la perturbación. Alguien ataco el sello cuando no estaba, y sospechaba que esa persona era la misma que libero el fantasma hambriento.

 

 

 

Su abuelo le conto las historias, entre las memorias que heredo incluso venían historias. Así como existían los linajes como Akbal, familias que se dedicaban a proteger los sellos que mantenían el mundo espiritual del mundo mortal separados. Existían también aquellos grupos que buscaban destruirlos, gente que robaba energía del mundo de los espíritus para obtener poder, aquellos que pensaban que destruir los sellos les daría vida eterna, que debían existir en un solo mundo no separados, aquellos que simplemente disfrutaban de la crueldad y destrucción. Cultos negros, que buscaban la destrucción del mundo como lo conocían, incluso otros que consideraban que el mundo actual necesitaba morir para dar paso a uno nuevo. Mil y una escusas existían, algunos más nuevos que otros, unos más débiles que otros. Todos peligrosos.

 

Y parecía que iban ganando, varias cartas eran de otros linajes informando de la aparición de más criaturas como los fantasmas hambrientos liberados en varias partes del mundo, de cómo cada vez más gente parecía ver cosas que no debían de estar en este mundo, más desapariciones, más muertes, más caos. Todo estaba saliéndose de control, y Raira quien solo tenía que encargarse de su sello, ni siquiera lograba conseguir suficiente dinero para poder recuperar su puerta y reparar el muro.

 

Se masajeo la frente con aire frustrado, aun teniendo dinero, los arreglos llevarían tiempo, y era como intentar detener una hemorragia con un curita, puede que funcione momentáneamente, pero muy poco probable. Dividiendo las cargas entre las que decían que necesitaban ayuda, de las que ya anunciaban el posible peligro, y encima además de separar cobros pendientes, intentaba encontrar alguna solución.

 

-reparar lo roto, mejor planear un nuevo sello sobre el antiguo, o mejor irse preparando para lo peor -suspiro en voz alta, sin menciona que aún estaba agotado de lo sucedido, Kym aún no volvía, y no se atrevía a descansar sintiendo que podría ser atacado de nuevo en cualquier momento -Necesitamos más ayuda… o más alumnos -murmuro, y luego vio todas las peticiones con depresión -Mucha más ayuda -apoyo su cabeza en sus brazos sobre la mesa. Mirando hacia la ventana, de la sala, observando el sol comenzando a ocultarse.

 

¿Qué hacer?

 

 

 

El viento soplo con fuerza desde lo más profundo de la tumba de los Akbal, y por varias partes en el mundo otros sellos y tumbas parecieron resonar, los antiguos linajes perdidos, comenzando a buscar a sus nuevos herederos, tendrían que alistarse de nuevo, una nueva batalla se acercaba.

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