—Dijiste que Lola reduciría mi carga de trabajo —comenzó, tratando de sonar casual.
Noah levantó la vista de su plato, y sus ojos se entrecerraron ligeramente. —Así será. Necesitas descansar.
Anna apretó los labios, su frustración burbujeando. —Descansar no significa estar confinada aquí todo el día, Noah. Necesito estar ahí fuera, lidiando con las cosas.
—Hmm, a partir de mañana. Hoy tienes que descansar —repitió Noah, sin mirarla. Solo una mirada a esos ojos azules como el océano y él se enamoraría de nuevo. Incluso su aroma lo volvía loco.
Saber que quizás no podría tener a su esposa como él quería hasta que naciera su hijo le irritaba. Pero la felicidad de saber que el amor de su vida llevaba a su hijo superaba su frustración.
—¿Por qué no hoy? —Anna preguntó sintiéndose frustrada. Sabía que tenía que convencer de alguna manera a Noah para que la dejara salir de esta mansión. Estaba demasiado molesta como para solo sentarse.
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