—Yo... Eso no es lo que quería decir —dijo Dawn Sutton con un rubor—. Quiero decir, me preocupa no tener el valor de decir estas palabras cuando llegue el momento.
Hace falta valor para confesar tus sentimientos y para rechazar la confesión de alguien, al menos para alguien como Dawn Sutton, se necesita valor.
—Entonces, ¿qué quieres hacer? —preguntó Basil Jaak a Dawn Sutton.
—Don Jaak, ¿podría quedarse? Creo que estaría menos nerviosa si usted estuviera sentado a mi lado —dijo nerviosamente Dawn Sutton.
—¿En serio? —preguntó Basil Jaak.
Dawn Sutton asintió, mirando nerviosamente a Basil Jaak, sus ojos llenos de cierto anhelo.
¿Cómo podría un hombre decirle que no a una mujer? Sobre todo un hombre de corazón blando como yo.
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