Por la noche.
—¡Bebés, miren lo que les trajo Mamá! —Li An'an sacó el pastel de su bolso. Solo comió un pedazo en la oficina y trajo el resto a casa.
—Pastel. Qué genial, Mamá. —Li Baobao fue la primera en correr hacia él, con la boca bien abierta, casi babeando.
Li An'an pasó el pastel rosa a ella. Li Jùnjùn y Junjun ambos tenían los azules.
—Mamá, las fresas están deliciosas. ¡Quiero más mañana! —Li Baobao puso el pastel en su boca con un tenedor pequeño y lo tragó tras masticar un par de veces.
—No, si comes demasiado, se te picarán los dientes. Mamá te lo comprará la próxima semana.
Li Baobao asintió y dijo:
—¡Sí, no puedo tener caries! Tengo que ser bonita, y mis dientes tienen que estar blancos.
Li An'an sonreía mientras observaba a los tres niños comer los pasteles. Se sentía culpable. Lo siento, Bebés. Mamá no puede permitírselo. ¡Cien yuanes cada uno! Mamá se declarará en bancarrota si comen esto todos los días.
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