—El continente de las Ruinas Divinas es un continente mucho más fuerte que el continente divino salvaje. Hay muchos expertos aquí, entonces, ¿por qué estás aquí hoy? Lu Ming, ¿quieres ir a echar un vistazo? —Xie Luan miró a Lu Ming y preguntó.
—¡Bien! ¡Vamos a echar un vistazo! —Lu Ming también estaba muy curioso acerca de la llegada repentina del continente de las Ruinas Divinas.
—Los dos quédense aquí y guarden el lugar por si acaso. ¡Lu Ming y yo iremos a echar un vistazo! —Xie Lun instruyó a Qu Luo y al Emperador Bárbaro, y los dos asintieron.
—Xiao Qing, hermano mayor Yan, esperenme aquí. ¡Volveré con el senior Xie! —Lu Ming dijo a Xie Nianqing y Yan Kuangtu.
—¡Lu Ming, ten cuidado! —Xie Nianqing advirtió.
Lu Ming asintió.
—¡Vamos! —¡Vamos! —Xie Luan gritó. La luz demoníaca envolvió a Lu Ming, y él pisó el aire y salió volando, siguiendo el buque de guerra desde las Ruinas Divinas desde muy atrás.
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