A veces, la búsqueda cambiaba el día por la noche y la noche por el día para avanzar una escena.
Ren estaba seguro de que esto era, y temía el siguiente evento que seguramente sucedería. Eso era lo que su sensación visceral le había estado diciendo.
El pueblo cobraba nueva vida cuando el sol comenzaba a ponerse. Los edificios y puentes brillaban en los tonos cálidos del atardecer, proyectando una luz mágica y suave sobre el pueblo. La gente rana se reunía, compartiendo historias y canciones y disfrutando de los placeres simples de la vida en su pequeño rincón del océano.
—¡Ah! ¡Allí estás! —el alcalde trotó hacia ellos y agarró sus manos—. Ven. Ven. Debes cenar con nosotros. ¡Hay una fiesta en marcha en tu honor!
Ren retiró su mano y dijo:
—No, gracias. Solo estamos aquí para obtener nuestras recompensas.
El ceño del alcalde se frunció.
—Se está haciendo de noche, ¿puedes quedarte una noche con nosotros hasta que partas mañana? Además, tu amiga parecía querer pasar la noche.
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