A pesar del dolor abrasador que pulsaba a través de su cuerpo, Roy permaneció estoico y compuesto. Su rostro se retorcía con el esfuerzo de suprimir su agonía, pero logró forzar una risa —No necesitas preocuparte por mí. Estoy bien—. Su voz era firme, llevando apenas un leve tono de tensión que insinuaba la tortura que estaba soportando.
Ese nivel de dolor no era suficiente para doblar su espalda o forzarlo a romper su carácter.
Sin Sombra pensó que era genial. En sus ojos, un hombre que podía soportar el dolor con una sonrisa era digno de admiración.
El dolor palpitante en la mente de Roy y que recorría todo su cuerpo disminuía cuando se completaba la transferencia de conocimiento y poder. Quedó sin aliento, pero pronto se calmó y se secó el sudor de la frente con el dorso de la palma.
Al bajar la mirada, vio cosas extrañas flotando a su alrededor. Entrecerró los ojos mientras se concentraba en ellas.
—¿Puedo ver moléculas de hidrógeno y oxígeno?
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