—¡Zumbido!
Las dos bolas azules se dispararon por el aire girando alrededor, y se podían ver fusionándose en un gigante que era, si no más, desastroso que el último ataque del Caminante Fantasma.
El Caballero de Pluma Roja levantó su espada por encima de su cabeza y, una fracción de segundo después, la bajó con una fuerza increíble creando una onda de choque afilada; la espada y el viento que la envolvían cortaron la gigantesca explosión de maná en dos mitades perfectas.
Cada una pasó deslizándose a su lado.
La carta ganadora de Roy no le haría daño ni movería un cabello de su lugar. Eso es lo que él pensaba.
Pero... Roy pensaba lo contrario.
La sonrisa traviesa y diabólica en su rostro decía que era hora de que el caballero arrogante sufriera.
—¡Boom!
Mientras se movían a su izquierda y derecha, se desestabilizaron tanto que explotaron.
Pillado por sorpresa, sufrió el asalto frontal de la explosión.
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