Como prometió, Medusa tenía sus asuntos en regla y estaba en camino a la órbita para llegar al punto de transporte acordado en los próximos quince minutos. Ese tipo de entusiasmo en un posible empleado no era algo que pudieras comprar, aunque Max sospechaba que se debía casi en su totalidad a la presencia de sus sobrinas, ya que sus mensajes adicionales preguntaban tres veces cómo estaban pero no mencionaban para nada a su hermana.
—Comandante, estamos listos para abrir el portal —informó el oficial de control de tráfico.
—Perfecto, hazla entrar y que el personal se prepare para dar la bienvenida a cualquier otro invitado que esté llegando al mismo tiempo. He visto en los mensajes que estamos a punto de recibir a bastantes nuevos huéspedes de los sistemas cercanos —respondió Max.
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