Después de que Samira salió de su oficina, Janrose entró con una mirada curiosa en su rostro. Se dio cuenta de que Samira estaba sonrojada en el momento en que salió. Janrose no pudo evitar recordar las manos divinas de Aethelwolf. Su cuerpo se estremeció involuntariamente al recordar ese momento de felicidad.
—Es bueno que estés aquí. Quiero preguntarte algo —Aethelwolf dijo mientras le hacía un gesto para que se sentara a su lado.
Janrose obedeció y tomó asiento. Cuando encontró la mirada de su maestro, inconscientemente bajó la cabeza. Su masaje habilidoso no dejaba de aparecer en su cabeza.
Permaneció en silencio mientras esperaba que Aethelwolf continuara hablando.
—¿Qué tan segura estás de ganar contra Alec Ward? —Aethelwolf tomó un sorbo de su té después de hacer esa pregunta.
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