—¿Estás realmente seguro de confiar un objeto tan precioso y poderoso a mí? —preguntó Naida, con las cejas aún arqueadas en una mezcla de sorpresa e indagación.
Asher, momentáneamente sorprendido por su propia decisión, se preguntó por qué no había pensado dos veces antes de ofrecerle la empuñadura a Naida.
Era inusual en él; normalmente, confiaría un objeto así sólo a sus más leales confidentes como Erradicadora o a una de sus mujeres.
Sin embargo, aquí estaba él, ofreciéndosela a Naida sin dudarlo.
Por supuesto, sus mujeres no estaban allí, y Naida era más fuerte que Erradicadora. Aun así, ni incluso entonces, habría tomado esta decisión antes.
Era como si ya pudiera sentir un sentido de confianza y seguridad en Naida que estaba ausente antes.
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