Condiciones de Guillermo

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—¿¡El maestro de William?! —Alfonso hizo una pausa, tomó un largo minuto antes de que su mente saltara a la sencilla y loca conclusión que era evidente frente a sus ojos—. ¡Santo cielo! ¿¡Tú... Tú... ¡¿Estás vivo?!!!

—¿Qué crees? —William se rió, y sus risas se transformaron en rugidos aterradores—. Ahora... quiero algo a cambio por la gran ayuda que mi discípulo hizo por ti.

—Esto... —La mente de Alfonso saltó instantáneamente hacia el río amarillo. Sin embargo, antes de que sus pensamientos se desbocaran y lo llevaran por el abismo equivocado, William explicó con tono tranquilo:

— Sé que estás ocupado haciendo armas para enfrentarte a los Osos Escarlatas. Es una excelente noticia de verdad. Pero eso no me interesa tanto, solo quiero esta base.

—¿Quieres la base? ¿Solo la base?! —Alfonso no se creía las palabras de William directamente. Pero cuando este último mantuvo su calma y no dijo nada más, el rostro tenso de Alfonso se relajó mientras añadía con un tono alegre: