—Y… Sí, cualquier cosa —tartamudeó, incapaz de soportar sus ojos ardientes y atrevidos, y bajó la cabeza al final de sus palabras.
—Bueno, de todos modos no estoy libre, así que no te preocupes —él arqueó sus labios antes de añadir—, lo que quiero que hagas es… ¡Mentir!
—¿Mentir? ¿Sobre qué? ¿Sobre ti? —ella no entendía a qué se refería. Pero lo suficientemente pronto, ella entendió lo que él quería, y no pudo evitar sentirse aún más aterrada por él.
—Miente sobre tener la mayoría de las ofertas de antes —William finalmente dijo lo que quería hacer—, ocurrió delante de los ojos de todos... Esos despreciables maestros del espíritu oscuro vinieron primero a por ti y tu grupo. Y parecían interesados en tener tus anillos.
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