—Oi, Gin... ¿Dónde estás? ¡Giiinnnn! —gritó Anon.
—¿Por qué no puedo encontrarlo con el hechizo de sensor? ¿Por qué es invisible para mí? —se preguntaba Anon mientras seguía buscando a Gin.
En las pantallas, todos observaban los esfuerzos de búsqueda de Anon.
—Oh, Dios, espero que esté bien. Pobrecito cachorro —comentó Moon mientras miraba la pantalla.
—Creo que está muerto... No sé por qué ocurrió la explosión, pero me alivia que Jule haya sobrevivido —dijo Ian.
—Sí, igual aquí. También tengo curiosidad... ¿Cómo sobrevivió? —reflexionó Hillary.
—¿Qué? —preguntó Ian, sorprendido.
—Ah, nada. Solo estoy agradecida con Dios por salvar a mi hijo —respondió Hillary, mirando a Ian.
—Sí, yo también —respondió Ian con una sonrisa.
—Tu hijo está haciéndolo bien esta vez, Hillary —comentó Fauna, con una expresión neutral.
—Gracias.
—No, me refiero a que aún no ha muerto —aclaró Fauna.
—¿Disculpa? —preguntó Hillary, mirando a Fauna.
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