170 Un Asistente Etéreo

—Los planos han sido destruidos. ¿Podemos salir de aquí antes de que decidan que los humanos no son suficiente comida? —suplicó ella unos segundos después de que la última esperanza de los defensores fuera cortada en un torbellino de garras y gritos.

—Buena idea. Busquemos un buen escondite y luego podemos regresar para verificar más tarde. Creo que vi una oquedad en el acantilado cuando pasamos —estuvo de acuerdo Wolfe y se alejó con cuidado de la carnicería que estaba más abajo.

La aludida oquedad estaba apenas a cien metros de distancia, pero se encontraba bastante arriba en la cara del acantilado, lo que debería reducir el número de amenazas. Una vez que la había divisado de nuevo, Wolfe levantó a Ella y utilizó la magia de gravedad para elevarlos hacia la oquedad.

Ella soltó un pequeño chillido al entrar en la oquedad, luego miró a su alrededor con asombro. —Oh, hay algo aquí. Solo vi roca sólida y pensé que íbamos a estrellarnos.