La calma antes de la calma

—Es extraño —dijo Minjun—. ¿Por qué parece tan feliz? Aún lo llaman matón en línea.

—¿Tal vez se le cruzaron los cables? —preguntó la Abuela—. Debería hacerle su desayuno favorito hoy. ¿Por qué no vas y hablas con él?

—Me da miedo —susurró Minjun.

La Abuela chasqueó la lengua. —Solo ve.

Minjun fue cautelosamente a la sala de estar y se sentó junto a June.

Se quedó congelado cuando June se volvió hacia él con los ojos brillantes. —¡Hey, pequeño! —exclamó feliz, haciendo que el corazón de Minjun latiera aceleradamente en su pecho—. ¿Extrañaste a tu hermano mayor?

Minjun rió incómodamente mientras se alejaba lentamente de June. —Ehm, sí. Claro.

—¡Aww, sabía que me extrañabas! —dijo June, pellizcando la mejilla de Minjun.

—Hermano —dijo Minjun, con la voz amortiguada por la mejilla apretada—. ¿Comiste algo raro?

—Todavía no he comido.

—Eres raro —dijo Minjun directamente—. Vamos, dime. ¿Necesitas algo?

La sonrisa de June se amplió mientras sacaba su teléfono.