—Desde que el Maestro Resarite gobernó nuestro pueblo, hemos sido buenos amigos —respondió Vettel a Bosiden.
—¿Qué, han pasado diez años ya? —agregó Bosiden. Vettel dio un sorbo a su cerveza de malta y asintió en acuerdo.
Bosiden mordió un pudín.
—Dado eso, te trataré como a alguien en quien puedo confiar. Hablaré claramente —tú eres un duque del reino, y yo también. Unamos fuerzas y derroquemos a Howard.
—Después de eso, podemos hacer de Neplon el rey —La jarra de cerveza fue colocada con fuerza sobre la mesa.
—¿Cuánto has bebido? Estás tan ebrio para bromear tan imprudentemente —le dijo Vettel a Bosiden—. Haré como que nunca escuché eso.
—Hablo en serio, no es una broma —afirmó Bosiden suspirando y luego movió su mano derecha por el aire entre ellos, como para disipar cualquier palabra mal dicha.
Vettel, con un movimiento rápido, se levantó para verificar las medidas de seguridad circundantes. Luego ordenó a su confidente:
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