—Es realmente triste escuchar eso, pero lo más triste para mí es donde dijiste que has perdido tu humanidad. Aunque realmente no creo que la hayas perdido. ¿Lo has hecho? —preguntó Zeras con una ceja levantada mientras miraba sus ojos carmesíes.
Esos ojos habían sufrido un cambio masivo de verde a rojo, y en ellos, él podía ver una rabia salvaje ardiente y sed de sangre que actualmente estaban contenidas.
Solo podía preguntarse qué pasaría una vez que ella enloqueciera por la sed de sangre. Sin embargo, había algo más en esos ojos, oculto por la rabia salvaje que ocupaba la mayoría de su mirada.
—No creo que lo haya hecho, ni siquiera importa... —respondió ella mientras las cejas de Zeras se fruncían preocupadas, pero pronto se relajaron.
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