—Ahora lo siento, más cerca que nunca. —La voz retumbaba a través del entero planeta dorado, donde yacía una estructura masiva, millones de extrañas líneas rúnicas doradas inscritas en su superficie revelando ráfagas de luz dorada que iluminaban todo el planeta. La voz provenía de la figura que se erguía a mil metros de altura, su cuerpo desbordante de una luz dorada extremadamente poderosa mientras su corazón bombeaba en su pecho, enviando un violento pulso de energía que causaba que todo el espacio a su alrededor se volviera loco, creando una ilusión del nacimiento y destrucción del espacio a su alrededor. Sus ojos dorados estaban actualmente abiertos, y sus pupilas estrechadas, su mirada pasaba a través de incontables galaxias y billones de millas, y esta vez se detuvo en un solo planeta.
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