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—Samaritano, ¿eres tú? —preguntó uno de los guardias curioso, su voz teñida de leve preocupación, pero no obtuvo respuesta ya que la figura alienígena siguió avanzando.
—Parece que estuvo quemado... —susurró el segundo guardia mientras lo veían desaparecer por el corredor y rápidamente cerraban la puerta.
La puerta de ExcelEspacio chirrió al abrirse, aunque no lo suficiente como para que dirigieran su atención hacia ella.
—Ummm, mph, mph, huele a carne quemada. Ahora sí que entregan carne ahumada, jaja qué bueno... —Evan, el alienígena viscuso, gritó frotándose las manos en anticipación mientras los demás levantaban una ceja.
El sonido de pasos y la oscura figura alienígena salió de la puerta.
—Zeras, ¿eres tú... —dijo Evan, con decepción evidente en su rostro.
—Mmm, pareces que has sido electrificado... —dijo Annalise con una expresión neutra en su rostro.
—¿Crees? —Zeras la ignoró mientras caminaba hacia Aurelia.
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