—[Oleada Mágica].
Una repentina explosión de poder estalló desde dentro de la Cámara de Andientes, provocando que toda el área vibrara y los Dragones que rodeaban al espadachín en apuros se vieran empujados hacia atrás.
En ese instante, Lucielle se teletransportó justo al lado del hombre musculoso que sujetaba su espada con pura determinación.
Él sonrió en el momento en que sintió su presencia, aunque no podía permitirse mirar su cara debido a la intensidad de la batalla.
—¿Finalmente se ha terminado? —preguntó él.
—Sí… se ha ido.
Por un momento, hubo silencio entre ambos.
Entonces
—¿Cuánto atrás? —preguntó Rey, echando un vistazo a la cara llena de lágrimas de su amada.
—Hasta donde pudo—al mismo principio.
Al oír eso, él sonrió. Usando su mano libre para secar las lágrimas en la cara de ella, asintió lentamente.
Su mano era áspera—endurecida por las constantes batallas que había librado—pero Lucielle encontró consuelo en su tacto.
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