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Por instinto, Elisa cerró los ojos y sus manos se movieron hacia la espada, intentando convertirla en ceniza, pero escuchó un fuerte golpe y al mirar hacia abajo, encontró que la espada caía sola y Warren la miraba con una cara de sorpresa. —Tú... ¿Qué poder es ese que tienes? —preguntó el hechicero oscuro, pero Elisa no lo sabía.
No perdió tiempo y dirigió la pistola hacia el hombre de nuevo y Warren, que fue tomado por sorpresa, recibió un disparo en su brazo y vio cómo su propio brazo explotaba y se separaba. Con rechinar de dientes, el hombre huyó.
—¡Lady Elisa! —Ernesto llegó a su lado preocupado.
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