—¿Dónde demonios está? —preguntó Hallow, decidiendo emprender la caminata por su cuenta mientras saltaba lejos del bolsillo de Belcebú—. ¿No puedes percibir dónde está? Pensé que los demonios podían sentir las almas.
—Lo mismo va para ti, segador siniestro —le recordó Belcebú, ya que parecía que Hallow casi había olvidado que era un segador siniestro y no un pollito parlante anormal.
—No puedo percibirlo porque hay algo que bloquea mi poder —se defendió Hallow.
—Lo mismo me aplica. No puedo sentir nada, maldita sea —maldijo Belcebú—.
—Si este hechicero oscuro es capaz de bloquear y manipular nuestros sentidos, ¿no significa eso que Gabriel es más fuerte que nosotros e incluso que Ian? —preguntó Hallow cuando se levantó hacia el mostrador y se inclinó para buscar a Gabriel—.
—¿Más fuerte que Ian? —repitió Belcebú con una sonrisa faceta y se rió—. Él no lo será.
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