—¡Si todos los ladrones de esta Tierra confesaran ya no habría necesidad de prisión! —exclamó el hombre junto a Timothy dirigiéndose a Elisa y luego habló—. Señor, yo vi con mis propios ojos cómo esa mujer chocó y poco después Timothy pierde su cartera, no podría haber nadie más que ella quien hubiera robado la cartera.
—Dijiste que has visto cómo ella chocó contigo, ¿pero has visto que tomó su cartera? —replicó Ian seriamente. El hombre no tenía nada que decir ya que en realidad no vio a Elisa chocar a su amigo ni que ella tomara su cartera. Entrecerrando los ojos, llamó:
— Austin, llévenlos al cadalso. En cuanto al otro, sáquenle los ojos. Debería enseñarles una lección para que nunca más mientan o acusen a la gente.
Timothy y su amigo se les drenó la sangre de sus rostros al escuchar la orden del Señor. —Vamos, ¿no deberíamos? —preguntó Austin con una sonrisa mientras tiraba de los dos hombres ligeramente como si fueran un saco de papas.
Soutenez vos auteurs et traducteurs préférés dans webnovel.com