TENGO UNA CITA

—¿Qué? —Esperanza abrió mucho los ojos, sorprendida por la petición de Kace, pero luego los entrecerró—. Lo viste, ¿verdad? —Su voz estaba teñida de acusación.

—¿Ver qué? —Kace fingió una cara inocente, pero Esperanza lo golpeó con el codo de nuevo y él se rió a carcajadas—. Te ves muy cautivadora cuando estás enojada.

—Oh, en ese caso me enojaré todos los días —Esperanza rodó los ojos y frunció los labios.

—Pero, prefiero tu sonrisa —Kace se inclinó y la besó en la sien justo frente a la casa—. No me patees, ¿vale?

Después de eso, Kace se alejó de Esperanza como si la chica fuese a lanzarle un puñetazo por lo que había hecho. Bueno, era casi imposible, ya que llevaba besándola por más de diecisiete años.

—Ven aquí, te daré una buena bofetada en tu cara tonta —Esperanza apretó los dientes. No estaba segura de si se sentía tímida por el beso o si quería evitar sonreír.