—¿He dicho algo incorrecto? —preguntó Emmelyn a Rafael. Ella notó el cambio en su expresión y se preguntó si lo había ofendido.
El hombre movió rápidamente la cabeza y sonrió. —No, no lo hiciste. Dado que estás dispuesta a regalarme tu posesión más valiosa, solo puedo aceptar con gratitud.
Él tomó el colgante de Emmelyn y cerró su mano. Con la otra, se quitó la larga y delgada bufanda que le cubría los ojos y se la entregó a Emmelyn. —Toma esto. La despertará de su profundo sueño.
Cuando Rafael se quitó la cubierta de los ojos, Kira instintivamente apartó la mirada, y su cuerpo temblaba ligeramente. Estuvo traumatizada por la experiencia que tuvo al mirar esos ojos mortales de Rafael.
Mientras tanto, Margueritte dejó escapar un suspiro al ver que Rafael entregaba la bufanda a Emmelyn. Su rostro estaba lleno de interrogantes. Parecía querer decir algo.
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