Marte se aseguró de que Edgar recibiera la ayuda que necesitaba con sus heridas antes de ir a ver a Killian. Necesitaba hablar con el hombre y arreglar algunas cosas antes de que sus padres se enteraran de la situación en su castillo, lo que sería pronto.
—Por favor, cuídate, Edgar. Iré a ver al hombre y hablaré con él —dijo Marte antes de dejar a su amigo.
—Adelante. No te preocupes por mí. Gah... esto no es nada —dijo Edgar. Hizo una mueca de dolor y se apoyó en la pared. Hizo un gesto a un sirviente para que se acercara—. Tráeme vino, ¿quieres? Es aburrido esperar con las manos vacías.
El sirviente hizo una reverencia y se fue. Regresó en cinco minutos con vino para él como Edgar había pedido antes. Marte solo sacudió la cabeza al verlo.
—¿Ves? Estoy bien —dijo Edgar con una risita.
Edgar era realmente único, pensó Marte. Sonrió aliviado y le dio unas palmaditas en el hombro a Edgar antes de dejar al hombre para ver a Killian.
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