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—Entonces, ¿cómo va todo entre tú y la Señorita Xiao? —preguntó Song Yiran, captando efectivamente la atención del hombre mayor.
Yan Xiuchen le lanzó una mirada punzante, pero a Song Yiran no parecía importarle.
—Bien —concedió Yan Xiuchen, sabiendo que Song Yiran no lo iba a dejar escapar tan fácilmente, a menos que hablara.
—¿Entonces ella todavía está viviendo contigo? —Song Yiran persistió en su interrogatorio.
El hombre con cicatrices solo pudo suspirar y pasarse una mano por el rostro. Estaba bastante seguro de que su cara ardía de vergüenza. Maldito Song Yiran y su boca grande. ¿Realmente necesitaba hacer tal pregunta en ese momento?
Ahora todos sus hermanos lo miraban, esperando su respuesta. Ahora, el disfrute que había obtenido esta noche había alcanzado su punto máximo en la puerta, listo para dejarlo atrás en su propia miseria.
—Sí, pero está en Ciudad Qiying en este momento y volverá pronto.
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