—Ella se sentó en mi regazo y me abrazó fuerte para sentirse más cálida —respondió Drayce a la pregunta de Rayjin.
—¿En serio? —preguntó Rayjin—. Hace demasiado frío. ¿Puedo sentarme en tu regazo también?
Drayce asintió y levantó a la niña que temblaba de frío. —No quiero que te congeles aquí.
A pesar de que Rayjin iba abrigada, seguía siendo una niña con una constitución más delicada que la de un adulto, y la temperatura en medio del lago era más baja en comparación a la tierra. Drayce la hizo sentarse en su regazo y la envolvió con sus brazos.
Seren sonrió bajo su velo al encontrar esta imagen tan adorable: la pequeña figura de una niña con la figura gigantesca de un hombre, una imagen perfecta del lado suave y gentil de un hombre de sangre férrea. Una cosa que Seren comprendió fue que aunque Drayce parecía frío y atemorizante la mayor parte del tiempo, no temía mostrar cuánto le importaban aquellos realmente importantes para él.
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