Toc Toc
—¿Mami? —Sebastián asomó su cabecita por la puerta.
Abuela Zhu y Cielo instintivamente giraron la cabeza hacia la puerta. Sus ojos captaron al instante al pequeño maestro mirando alrededor, observando cómo sus ojos de ciervo se iluminaban en cuanto vio a su madre.
—¡Mami! —Sebastián sonrió mientras corría hacia adentro, saltando hacia Cielo, quien todavía estaba sentada en el sofá—. ¡He extrañado tanto a Mami!
—¡Ja, ja! —Abuela Zhu no pudo evitar reír mientras observaba a la madre y al hijo.
—Ay, bebé —Cielo abrazó a su hijo, mirándolo con afecto—. Yo también te he extrañado, cariño.
Viendo a Sebastián abrazar a su madre mientras Cielo abrazaba al niño a cambio, los ojos de la Abuela Zhu se suavizaron. No era la primera vez que veía la interacción entre Cielo y Sebastián, pero cada vez, el alivio en el corazón de la vieja señora se hinchaba en su pecho.
—¿Qué tal tus vacaciones en la casa de la abuela? —preguntó Cielo mientras Sebastián se sentaba en su regazo.
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