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—Dejadme matarlos; no tenéis que hacerlo vosotros. Esta gente viene por mí. —Shenlian Yingyue les impidió moverse. Impasible, quemó dos cuerpos con fuego escarlata.
—Todo el mundo sacudía la cabeza impotente, sabiendo que ella no quería que ofendieran a esas familias por ella.
—No tenemos miedo de su poder. —Sima Ke Xin tomó un sorbo tranquilo del jugo de durazno espiritual.
—Había matado a diez personas hoy. Vinieron tras sus tesoros. Sabiendo lo fuerte que era, enviaron a muchos maestros tras ella.
—Todos ellos poseían la fuerza que alcanzaba la Formación del Núcleo y el Alma Naciente.
—No muchas personas vieron cómo venciste a demonios de Rango Superior. ¿De quién crees que vienen los demás? —Sima Ke Xin tiró de las bolsas espaciales que quedaron sobre la cubierta del barco.
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