Redención

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El Tío Olsen observaba a la Sra. Olsen sin moverse.

Después de más de veinte años, se habían convertido en los extraños más familiares.

Por un momento, ninguno de los dos habló.

Fue Ellis quien tosió y rompió el silencio —Sra. Olsen, ¿a qué se debe su visita?

Cuando la Sra. Olsen escuchó esto, sus ojos se oscurecieron ligeramente.

De repente se dio cuenta de que el Tío Olsen frente a ella era el tío guapo que Keira había mencionado.

Sus dedos se apretaron ligeramente.

Él había visto la cara de Keira, ¿no? Si él sabía que Keira era su hija, entonces él sabría...

Justo cuando pensaba en esto, el teléfono celular de la Sra. Olsen sonó. Lo sacó, echó un vistazo y pretendió colgar, pero cuando vio el nombre de Keira marcado en la pantalla, contestó la llamada. Estaba a punto de preguntar el paradero de Keira cuando una voz electrónica llegó del otro extremo.

—Tenemos a su hija.

Las pupilas de la Sra. Olsen se contrajeron —¿Qué?

—Le he enviado la ubicación.