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El Consejo de Alfas (11)

—Estoy aquí, gatita —la voz de Damon resonó en la cabeza de Talia. Él podía sentir sus emociones.

—Lo siento por estresarte —respondió Talia—. Solo deseo que podamos terminar con esto e irnos a casa.

La sala de conferencias era un espacio rectangular grande con paredes grises planas sin adornos. Una pesada mesa ovalada de madera estaba en el medio y quince sillas la rodeaban.

Talia tomó asiento entre Damon y Tony, y Meg se paró detrás de la silla de Talia, justo como cada otro Beta detrás de su Alfa.

—Recuerden que mientras estén aquí, no podrán usar su aura y la violencia física no será tolerada —anunció el Guardián desde la puerta.

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