—¿Por qué suspiras tanto hoy, señorita Dora? —una voz interrumpió sus pensamientos. Dora saltó, sonrojándose al darse cuenta de en qué había estado pensando.
Dora saltó, ruborizándose ligeramente al darse cuenta de lo perdida que había estado en sus propios pensamientos sobre él y sus besos, su mirada fija en su muñeca donde él había depositado besos. Nunca había sabido que su muñeca pudiera ser tan... Sacudió la cabeza, dándose cuenta de que estaba perdiendo el hilo de sus pensamientos de nuevo. Su asistente, Tasha, todavía la miraba a través del espejo retrovisor con una expresión curiosa.
—Oh, nada —respondió Dora rápidamente, haciendo un gesto con la mano despectivamente—. Solo... pensando en cosas.
Soutenez vos auteurs et traducteurs préférés dans webnovel.com