Ava temía la idea de volver a casa. En el momento en que entrara, sabía que la recibirían las miradas interrogativas de Erasmi y Cai. Estaba exhausta de la constante tensión e incertidumbre que se habían convertido en su vida. En un intento desesperado por paz, había tratado de contactar a Hannah, esperando comprar su silencio con más dinero. Elijah Frost le había asegurado estabilidad financiera con generosos pagos mensuales, y, incluso después de su muerte, Lucien había continuado proporcionándole.
Cada mes, Ava desviaba una pequeña parte a su propia cuenta, mientras que el resto iba al fondo fiduciario de Caius. Nunca había osado tocar el dinero de Cai antes, siempre priorizando su futuro. Pero ahora, con Erasmi en el panorama, el futuro de Cai parecía seguro. Así que no tenía por qué sentirse culpable de usar el dinero. ¡Eran millones de dólares! Y le daría más incluso si a Hannah se le acabara. ¡Pero necesitaba que Hannah se fuera!
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