—Olivia miró fijamente la foto en su mano y luego el certificado de matrimonio. ¡La audacia! La audacia descarada y desfachatada de ese hombre de sonreír como si este matrimonio fuera algo más que una farsa. Como si no hubiera sido forzada a esta farsa por su astucia y amenazas. Y para agregar insulto al daño, ¡tenía que verse diabólicamente guapo mientras lo hacía!
No había pasado por alto cómo el personal de la oficina de asuntos civiles la miraba con celos. Sus miradas envidiosas, preguntándose por qué un hombre así la elegiría y la colmaría de atenciones. ¿Cómo nunca había sabido que Seb Frost podía dar una actuación digna de un Oscar como amante atento y cariñoso?
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