—Eso es una invasión a su privacidad —regañó Jonás, su cara ardiendo en rojo—. Ni te atrevas.
—Ella quiere que invadas sus alcobas —debes estar ciego si no puedes discernir sus intenciones —replicó Atticus—. Esta mujer no tiene magia pero estaba dispuesta a convertirme en su enemigo, el hombre más temible del mundo si con eso significaba arrebatarte de mí. Estoy casi impresionado por su audacia. Si fuera hombre, exigiría un duelo.
—¿Qué soy acaso, un juguete por el que vosotros niños peleáis? Y tienes un gran concepto de ti mismo —dijo Jonás, eligiendo centrarse en la descripción que Atticus hacía de sí mismo porque no podía soportar escuchar los demás puntos que estaba haciendo.
Jonás se sentía febril por completo, como si alguien lo hubiera arrojado sobre una fosa de fuego y lo hubiera rastrillado sobre las brasas.
Soutenez vos auteurs et traducteurs préférés dans webnovel.com