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Lucian regresó a casa, preguntándose de quién hablaba Arthur. ¿Un gato? Él no tenía uno. ¿O acaso Arthur sugería que debería conseguir uno y dárselo a Aarón como mascota?
Entró en la sala de dibujo, donde Gwen lo recibió. Al verlo absorto en sus pensamientos, no pudo evitar preguntar—¿Qué te preocupa, Lucian?
Salió de sus reflexiones y se dirigió a su madre. Ella siempre tenía respuestas a sus preguntas—Madre, ¿hay un gato por aquí?
Gwen se rió—¿Un gato? ¿De repente has decidido que quieres una mascota?
Lucian no supo cómo responder.
Justo entonces, Rina entró en la sala de dibujo y corrió hacia Lucian—Hermano, ¡mira lo que he preparado!
Antes de que pudiera responder, Gwen interrumpió—Jovencita, no deberías correr así. Aprende a comportarte como una dama adecuada.
Rina, claramente descontenta, hizo un mohín, viéndose adorable—Ser una dama es como perder la libertad. Las piernas están hechas para caminar y correr.
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