En una mansión en la ciudad, Alex se estaba impacientando tras una larga estancia, frustrado por su incapacidad para salir.
—Alex, mi amigo, ¿te hice esperar mucho? —Nathaniel entró en la cámara.
Alex se inclinó ante él, —Mi Señor...
—Llámame Nathan. Prefiero recordar nuestros recuerdos de infancia. Estoy cansado de que actúes como uno de mis súbditos en lugar de mi querido amigo.
El semblante de Alex se volvió serio. —Nathan, ¿Su Alteza te ha ordenado mantenerme aquí?
—¿Por qué todos tus pensamientos van primero a Arlan? ¿Es tan importante en tu mente que ahora olvidas mi existencia? —Nathaniel se sentó en la silla mientras un sirviente entraba y colocaba la botella de vino y los vasos en la mesa central—. ¿O piensas que dejé de preocuparme por ti ahora que te he entregado a Arlan?
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